domingo, 11 de mayo de 2014

Natación



Para mis sufridos monitores,
cuyos esfuerzos conmigo resultaron inútiles

A mí me da miedo el agua (no, miedo es poco: le tengo un pánico horroroso, que no es lo mismo) porque no sé nadar.

En la pandilla lo saben de sobra y por eso casi todos respetan mi profunda aversión a esos juegos tontos en ríos y piscinas.

Pero el gracioso de él se empeñaba en hacerme ahogadillas a traición en cuanto me descuidaba, aprovechando la ocasión para meterme mano.

Esta vez le estaba esperando con un buen canto rodao dentro del puño.

El agua de la poza se puso de color rojo oscuro en menos que canta un gallo.

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