miércoles, 29 de octubre de 2014

Canto VIII (Tonino Guerra)




Canto octavo

Este año las hojas secas se quedaron en las ramas
porque no soplaba ni una brizna de viento
y los árboles parecían antorchas encendidas.
Más allá de Montebello, en el Marecchia,
hay un convento cerrado desde hace más de cien años
y un claustro lleno de viejos nogales.

Mi hermano y yo entramos por un agujero
para pasear bajo aquellos árboles que sostenían
con sus brazos una gran nube roja.
Cuando, después, tocamos las campanas,
los repiques sacudieron el aire
y todos los nogales se quedaron desnudos de repente.

(La miel, 1981)

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